La adicción a las redes sociales y a internet es una problemática cada vez más…

Tomar drogas, cualquiera que sea, tiene el riesgo de que un consumo en principio controlado o esporádico acabe convirtiéndose en una adicción. En ese caso, lo mejor será buscar ayuda en un centro de tratamiento de adicciones. A pesar de que existen algunas drogas como el alcohol o el cannabis que son las que más casos de adicción generan, hay muchas otras sustancias con la misma capacidad adictiva. Es el caso, por ejemplo, de los sedantes. Aunque con prescripción médica son del todo legales, hay personas que abusan de estos fármacos hasta el punto de que se vuelven totalmente adictas a ellos. En el artículo de hoy veremos cómo afectan los sedantes al organismo y por qué pueden ser tan adictivos.
¿Qué son los sedantes?
Clasificados como depresores del sistema nervioso central, los sedantes son drogas de prescripción médica que provocan sueño o calma. Como resultado de tomar sustancias depresoras del sistema nervioso central como estas, la respiración y el corazón funcionan más despacio. En el caso de que éstos funcionen demasiado despacio, la persona pierde el conocimiento y puede entrar en coma o morir. Aún así, regularmente se consumen muchos depresores del sistema nervioso central considerados como drogas ilegales o drogas de prescripción médica.
La mayoría de los sedantes que se usan con fines recreativos son compuestos que se han fabricado para uso médico y se han desviado de su fuente legal. Generalmente, estos fármacos se obtienen a través de prescripciones médicas ilegales, ya sea por robo o importándolas de países donde se pueden adquirir sin receta médica. Por ese motivo, casi siempre aparecen en forma de pastillas, líquidos o preparaciones para inyecciones. Además, la potencia de estos medicamentos puede variar sensiblemente. Si una persona toma un sedante se sentirá menos ansiosa y será más capaz de conciliar el sueño. Hoy en día, los dos tipos principales de sedantes que se usan son los medicamento para el sueño y los barbitúricos.
¿Por qué hay personas que acuden a los sedantes?
Son varios los síntomas que pueden hacer que una persona recurra a los sedantes. Ansiedad, insomnio o estrés son los más habituales y son debidos a varios factores como un ritmo de vida acelerado, la acumulación de tensiones o una mala canalización de expectativas y sentimientos. Para hacer frente a esta sensación de malestar psicológico, muchas veces la medicación se ve como la solución. Y a pesar de que a corto plazo funciona para mejorar los síntomas negativos del consumidor, a largo plazo esta medicación puede acabar generando una dependencia que conduce a la adicción.
Ahora bien, la situación puede ser peligrosa cuando, sin ser conscientes, se acaba necesitando la pastilla. O lo que es lo mismo, llevar dicha pastilla siempre encima por si se necesita. En este sentido, no llevarla crea mucha inseguridad, miedos o ansiedad, por lo que el simple hecho de tenerla en el bolsillo tranquiliza. El adicto siempre encontrará buenos motivos para justificar porqué acude a los sedantes, hasta en aquellos momentos en los que no es necesario. De esta forma, el usuario convierte la toma del medicamento en dependencia al alterar las pautas indicadas por los médicos. Cuando tiene que hacer frente a una situación de ansiedad o dolor intenso, no puede resistir la tentación de consumir dosis mayores o adelantar la siguiente toma. Así, el equilibrio químico se altera además del malestar que percibe la persona, que sentirá la necesidad de tomar de nuevo las pastillas para sentirse aliviado.
Efectos de los sedantes
En general, todos los sedantes provocan más o menos los mismos efectos. Primero aparece una sensación de relajación y de reducción de la ansiedad, un sentimiento apacible. No obstante, en dosis más elevadas o con tomas muy frecuentes se presentan una serie de síntomas negativos como, por ejemplo:
- Confusión
- Inestabilidad al caminar
- Habla incomprensible
- Somnolencia
- Problemas de concentración
- Mareos
- Problemas con la memoria
- Respiración lenta
Por otro lado, pueden aparecer efectos secundarios opuestos a los efectos calmantes que se supone que proporciona el fármaco como pesadillas, ansiedad, hostilidad y rabia. Todos los sedantes menos las benzodiacepinas provocarán la muerte por supresión de la respiración de la respiración e insuficiencia cardíaca si se toma en cantidades suficientes. La secuencia empieza por padecer somnolencia y falta de coordinación muscular, dificultad para hablar, sueño profundo del que no se puede despertar, pérdida de los reflejos como parpadear, vomitar, ausencia de respuesta al dolor, supresión de la respiración y la muerte en última instancia.
¿Qué señales pueden indicar una adicción a los sedantes?
Abusar de fármacos como los sedantes tiene un riesgo muy grande de acabar desarrollando una adicción a ellos. Cuando esto ocurre, normalmente podemos observar una serie de señales más o menos habituales que muestran que una persona es adicta a los sedantes. Éstas son:
- Cambios de humor excesivos u hostilidad
- Tomar dosis más altas que las recetadas
- Aumento o disminución de las horas de sueño
- Robar, falsificar o vender recetas
- Toma de decisiones poco acertadas
- Solicitar reposiciones anticipadas o “perder” constantemente las recetas, por lo que es necesario emitir más recetas
- Solicitar recetas a más de un médico
- Mostrarse con el ánimo excitado, estar inusualmente energético o acelerado, o sedado
¿Cómo es posible prevenir la adicción a los sedantes?
Cuando una persona está tomando un sedante por prescripción médica hay el riesgo de que haga un mal uso del fármaco. Con el fin de evitar un consumo abusivo de los sedantes que se convierta en adicción existen una serie de consejos que puede seguir para minimizar ese riesgo:
- Seguir las instrucciones atentamente. Es muy importante no interrumpir ni cambiar la dosis de un sedante si parece que no está funcionando sin antes hablar con el médico.
- Hablar con su médico regularmente para asegurarse de que el medicamento que está tomando funciona y que está tomando la dosis correcta.
- Conocer bien el efecto del sedante. Para ello se puede preguntar al médico o al farmacéutico acerca de los efectos del medicamento para saber qué esperar.
- No usar nunca la receta de otra persona. Cada individuo es diferente y aunque se tenga una enfermedad parecida a otra persona es posible que no sea el medicamento o la dosis adecuada para uno mismo.
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