Enfrentar una adicción requiere valentía y determinación, y es crucial contar con el apoyo adecuado…

En las últimas décadas el número de drogas y sustancias psicoactivas que se consumen en el mundo ha crecido de forma exponencial. Algunas de ellas son legales como el alcohol mientras que otras están prohibidas como es el caso de la cocaína. A pesar de existir tal variedad de drogas, podemos clasificarlas en tres tipos en función de los efectos que producen. De esta forma, y según la OMS, hay tres categorías: drogas depresoras, estimulantes y alucinógenas. ¿Cómo son y cómo actúan las drogas estimulantes sobre el organismo? Es lo que nos proponemos ver en este artículo, así como repasar las sustancias de este tipo más populares que existen.
¿Qué son las drogas estimulantes?
Este tipo de drogas son llamadas así por su capacidad de estimular la actividad del sistema nervioso central. Para ello, estas sustancias bloquean la inhibición o directamente excitan las neuronas. El SNC es estimulado por el incremento de la despolarización neuronal, el alargo de la acción de los neurotransmisores (NT), el aumento de la cantidad de NT disponibles, la debilidad de la membrana neuronal y la disminución del tiempo de recuperación sináptica. Lo que hacen las drogas estimulantes es aumentar los niveles de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de placer. Habitualmente, la dopamina se libera en situaciones que resultan agradables o satisfactorias como pueden ser tener sexo o comer. En términos generales, las acciones que aumentan los niveles de dopamina acostumbran a ser adictivas.
Cuando una persona consume una sustancia estimulante se incrementa su presión arterial y la velocidad del corazón y el ritmo de respiración, además de experimentar un incremento en la agudeza mental, la energía y la atención. A priori, estos síntomas suelen ser agradables y producir sensaciones gratificantes en el usuario. No obstante, este tipo de drogas son unas de las que pueden generar niveles más elevados de adicción y dependencia. Y su consumo también va acompañado de una serie de efectos adversos como:
- Arritmias
- Aumento de la tensión arterial
- Trastorno de los patrones del sueño
- Sudoración
- Agresividad
- Taquicardia
- Fatiga
- Paranoia
- Accidentes cerebrovasculares
- Muerte en dosis muy altas
Drogas estimulantes del sistema nervioso central
Son muchas las sustancias de carácter estimulante como la nicotina, la cafeína, la teofilina o la teobromina. Sin embargo, veremos con más detalle las anfetaminas y la cocaína, las más peligrosas para la salud.
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Anfetaminas
La característica común de todas las sustancias estimulantes es que, valga la redundancia, son estimulantes del sistema nervioso central. Para provocar esto, lo que hacen es incrementar los niveles de dopamina, serotonina y noradrenalina en el cerebro. Al mismo tiempo, bloquean la recaptación neuronal de estos tres neurotransmisores en el cerebro. En el caso de las anfetaminas, el efecto que producen en el organismo es más duradero que otras drogas estimulantes como la cocaína. Por este motivo, la frecuencia de administración de esta droga necesita ser más baja que otras sustancias.
Los efectos del consumo de anfetaminas son muy rápidos y prácticamente duran sólo uno segundos. Lo que experimenta el usuario es principalmente una sensación de energía acelerada y de que es posible hacer cualquier cosa. Cuando los efectos comienzan a desvanecerse aparece el “bajón”. Se trata de un estado en el que la persona puede experimentar paranoia, lo que significa que se siente perseguido o cree que otras personas traman algo contra él. También incluye depresión o agresión. Por lo general, las anfetaminas se consumen por vía oral o intravenosa, pero también es posible hacerlo de forma inhalada o por vía nasal.
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Cocaína
Al igual que las anfetaminas, la cocaína también estimula el sistema nervioso central y lo hace aumentando los niveles de los mismos neurotransmisores en el cerebro. El consumo de cocaína produce una serie de cambios en la conducta que se manifiestan a través de tres fases: una primera fase de subida con síntomas como mucha energía y euforia, una fase de bajada con síntomas depresivos y una fase de resaca en último lugar.
La cocaína puede consumirse de distintas formas, aunque las más habituales son esnifada, fumada o por vía intravenosa. Si la cocaína se toma esnifada la absorción por el organismo es gradual mientras que, si se hace de las otras dos formas, la absorción es más rápida. Según las estadísticas, un 0,3% de las personas adultas tienen un trastorno por consumo de cocaína. La franja de edad con más incidencia de consumo es entre los 18 y los 29 años. Por otro lado, se sabe que los hombres toman más esta droga que las mujeres siendo el 0,4% y el 0,1% del total respectivamente.
En lo que respecta a los efectos producidos por la cocaína, éstos aparecen casi de inmediato después de una única dosis y desaparecen al cabo de unos minutos o una hora aproximadamente. Si el consumo de la droga se hace en cantidades pequeñas, el usuario se siente eufórico, conversador y mentalmente alerta, sobre todo con relación a las sensaciones visuales, auditivas y del tacto. Otros efectos de la cocaína son que puede disminuir temporalmente el apetito y la necesidad de dormir. Hay personas que sienten que esta sustancia les ayuda a realizar más rápido algunas tareas simples, físicas o intelectuales. En cambio, para otras personas el efecto es el opuesto.
La cocaína tiene un poder vasoconstrictor que causa un gran aumento de la presión arterial. Esto puede acabar provocando un ictus, infarto de miocardio o muerte súbita cardíaca. En consumidores crónicos esta subida brusca de la presión es frecuente, aunque también puede aparecer después de un periodo breve en personas con un perfil distinto.
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